A sus 63 años pasó la mitad de su vida compitiendo en torneos de pesca deportiva por distintos lugares del país. Con un equipo completo pero austero, supo consagrarse campeona en un mundo con mayoría de hombres. El día que sacó 398 pejerreyes. Y cómo le ganó al cáncer. Pescando, siempre pescando
Por MANUEL LÓPEZ MELOGRANO para Quilmes Presentes.
Ana Fit, parada en la orilla de la laguna de Guaminí con su equipo de pejerrey en la mano y la ropa del Club Río de La Plata, espera que el concurso termine. Sabe que falta poco y en cada tiro repite la misma acción: levanta la caña justo para que los pejerreyes que cuelgan de sus dos anzuelos lleguen hasta su pecho. Pone la caña por debajo de su axila izquierda, saca el primero y se mete el anzuelo en la boca con el filete de dientudo que se tragó el pescado. En un solo movimiento, lo muerde justo contra la paleta del anzuelo y de un tirón arranca la carnada vieja, la escupe y vuelve a encarnar. El movimiento es igual con el otro anzuelo y sólo tardará 15 segundos en estar de nuevo en el agua.
Ese día, hace 15 años, fue la única vez que la vi pescar y cuando el fiscal dio por finalizadas las cuatro horas de concurso, con dos anzuelos, Ana había sacado 398 pejerreyes. La cuenta da exactamente: 1,6583 por minuto.
¿Te acordás del torneo que ganaste en Guaminí de costa en 1999?
No me lo olvido más ese torneo. Era una máquina de sacar un doblete atrás de otro, los brazos no me daban más de tirar lejos para llegar al pique.
Es sábado, hace frío y son las once y media de la mañana en el barrio de Altos de San Lorenzo. Sentados en la mesa del comedor, Ana convida con mate y abre un álbum de fotos. Ella formó una familia de pescadores deportivos en serio. Aunque ni ella ni coco González, su marido, – aseguran – vienen de familias pescadoras. “Ese es José que ahora tiene 43; era bueno – me susurra mientras su hijo entra a la casa- salió campeón provincial y campeón nacional; tiraba bien casting, era un lujo” se enorgullece la madre, nostálgica.
Ana podría ser una empleada administrativa en cualquier dependencia de esta ciudad minada por secretarías y ministerios provinciales, pero no. Hace 25 años que trabaja en la Federación de Pesca y Lanzamiento de la provincia de Buenos Aires (FEPyLBA), en el barrio de Meridiano V. Además de ser esposa, madre y abuela con todos los laureles, hasta hace poco, aunque no lo crea, bailaba polaco. Y si bien ahora le salió la jubilación de ama de casa, ella es una pescadora deportiva profesional. Fit compitió de forma interrumpida por más de treinta años en concursos por toda la Provincia y el país entero. Verla en acción con su equipo impone respeto.
AFILADA
Pero la historia comienza así. Entró en actividad en el ´73 cuando su hermana se puso de novio con un pescador del club Río de La Plata. “Y mi cuñado era caster – el que practica lanzamiento profesional con caña, reel y un plomo en una cancha delimitada -, buen pescador, tenía experiencia, pescó siempre amateur. Y empezamos a salir los cuatro con mi marido, íbamos a pescar embarcados a Chascomús, yo aprendí a pescar embarcada en esa laguna pejerrey”. La pesca más popular, la que más aficionados convoca, esa es la que más le gusta.
Pero de a poco se fue expandiendo. Y pidió cancha. En 1983 habló con su esposo y cuñado porque quería concursar en Punta Lara. “Pero qué vas a ir a hacer vos ahí si es bagre y vos estás acostumbrada al pejerrey, que no tiene chuzas, que no te lastima, te vas a complicar” dijo González. El anzuelo ya estaba clavado en Ana que convenció a Coco en complicidad con su cuñado. Ella recuerda que le dijeron que podían ayudarla y armarle “un equipito”. El torneo era la Copa a beneficio de los inundados y había que inscribirse o colaborar con leche. “Eran todas campeonas, estrellas de la pesca y caigo yo con una cañita viste… y les gano el torneo” recuerda.
EL ARTE DEL PIQUE
Un dato: los torneos son todos al pescador que obtenga la mayor cantidad de piezas. Quizás por eso, a 40 años de su debut, Ana nunca sacó nada mayor a una corvina de 2 kilogramos en el Río de La Plata. Lo suyo es competencia real y premeditada. Se prepara con tiempo. Llega al lugar y lo recorre, prueba carnadas y equipos el día antes; sabe cuál es el pique de cada especie y el momento exacto de clavar a su presa. Pesca siempre parada con la caña en la mano, ropa cómoda y con un delantal de la Virgen de San Nicolás y varios amuletos en el cajón que tiene la calcomanía del Lobo, el club de los amores de la familia.
Ana puede pescar en río, laguna o mar y para las tres pescas tiene sus cajas exclusivas, además de 10 cañas y otros tantos reeles frontales y rotativos, todos con un nudo corredizo atado.
¿El resto? Nylon del 28 y 22, chicotes, anzuelos, cuchillo, alicate, un bolso, un carrito y un balde – muy usados ahora- donde puede guardar todos sus implementos. En tiempos en los que la tecnología del equipamiento hace muchas veces una diferencia entre los competidores, ella – lo ha comprobado – tiene todo lo que necesita. González, cónyuge y testigo directo de toda la carrera de su mujer pescadora ve el equipo y no se aguanta de meter el bocado. “No son cosas de última generación, pero sirven, aparte el presupuesto no nos da, somos los dos jubilados.” explica.
“Nosotras vamos a la mayor cantidad de piezas, nos sirve el pescadito, no nos sirve la pieza mayor porque perdés tiempo, maltratas más el equipo, entonces hacemos la pesca rápida” dice primero y confiesa laureles: “El torneo de Guaminí y cuando saqué cuatrocientos y pico de puntos en Punta Lara no me lo olvido más”. Fueron dos pescas para la historia. En 1990 se clasificó entre las 4 mejores Damas de Argentina para ir al Sudamericano de Punta del Este en Uruguay pero nunca se hizo.
A nivel bonaerense compiten actualmente un selecto grupo de 10 mujeres en la categoría Damas. Antes había más. Y si bien no es la única, son pocas las pescadoras que reúnen todas estas condiciones juntas. Lina Orlandi (76) pesca para el Club de Pesca La Plata y conoce bien el ambiente. Ha ganado por lo menos 12 torneos nacionales – la mayoría junto a “Anita”– como le dice. El último triunfo lo trajeron de Formosa en mayo de este año.
“En muchos nacionales salimos campeonas con ella y Titina La Fuente, somos una de las cañas más presentes” cuenta Lina, y recuerda la última clasificación en la laguna Tupungato de Necochea. Fue en abril para el campeonato Nacional de Formosa: “A la mañana salió Anita primera y yo segunda; y a la tarde fue al revés”. Aplauso, medalla y beso para las damas de Buenos Aires.
¿Uno de los deportes favoritos?
Los datos sobre la pesca deportiva en la provincia de Buenos Aires son como los peces: no se pueden inventar. Cuando no hay, no hay. O peor. Hay, pero no están disponibles. En 2006 el gobierno bonaerense hizo un relevamiento durante un año en todos los distritos. Pero el informe final no está y la copia con los datos del relevamiento de campo se fueron en un disquete con el anterior Director. Nada. Directo al fondo y sin plomada.
Entonces viene bien recordar una encuesta on line que hizo un diario nacional a finales de la década del noventa para saber cuáles eran los deportes favoritos de los argentinos. En la web del diario se podía ver cómo el voto de la gente ubicó a la Pesca Deportiva en el segundo puesto; detrás del Fútbol, claro. Luego desapareció del resultado final, pero los pescadores que votaron y la vieron bien que se acuerdan.
Pescadoras que representan a clubes locales y cuando están – como Fit – entre los mejores de su provincia, la representan en los torneos nacionales organizados por la Confederación Argentina de Pesca y Lanzamiento (CAPyL). Son instituciones con larga trayectoria en la actividad, con serios problemas de financiamiento, pero que siguen funcionando.
Titina Lafuente (67) pescó también siempre para el club Río hasta 1996. Cuando habla del mundo de la pesca deportiva lo define como “fascinante” y rescata algo que es secreto a voces: la cantidad de gente que conocieron, la solidaridad y la amistad que continúan hasta hoy, todo, sumado a los lugares que llegaron a conocer con su trayectoria. La mujer se emociona y habla sobre su compañera de equipo provincial y contrincante a nivel local “Ella es aguerrida, le pone toda la pasión, se preocupaba mucho por todo: la brazolada, la carnada, a qué profundidad están pescando los demás, picardías buenas – confiesa cómplice y cierra- siempre pescamos en un nivel muy alto”
CAMBIO DE SUERTE
Ni 2006 ni 2007 son años que los Gonzáles Fit olvidarán. Ana cuenta que en enero de 2006 le costaba estar al sol y en marzo le supuraba y sangraba el pezón. El médico ginecólogo le decía que se rascaba por la alergia al sol. Ella insistió que le hacía un ciclo de 15 días, que sangraba, se hacía una costra y cuando parecía que estaba curada empezaba de nuevo. Y pomada, y nada. Y luego de un cambio de médico y una biopsia en agosto, le diagnosticaron cáncer en la mama izquierda. “Vamos a tener que extirpar la mama – le dijeron – porque esto es malo y hay que vaciarlo”.
Ana se bancó sola la noticia primero y se juró que no iba a claudicar. Se operó en octubre y en enero de 2007 se anotó para aprender a bailar folclore. En 3 meses terminó. Era más liviano que el ballet polaco. Pero enseguida, en abril, su marido se fracturó una pierna que lo jubiló de golpe. Sentía ganas de bailar, pero un año después de la primera operación, en octubre, la abrieron de nuevo para sacarle otro nódulo de la mama izquierda y dos que tenía en la derecha. Se deprimió pero volvió a ballet polaco, aunque primero tomaba mate, miraba, cocía o bordaba cosas para los trajes.
Se le juntó todo. La pierna de Coco, un hijo que se iba a vivir a Bariloche con dos nietos. La operación de cáncer y la prohibición de pescar y bailar polaco. Con mucho esfuerzo, en 2012 volvió a pescar pero se cansaba muchísimo.
Hasta que en 2013 regresó con otra camiseta. El receso por enfermedad, sumado al alejamiento de su marido de la pesca, todo terminó en que Ana aceptó la invitación de viejos amigos del Club Pescadores del 9, del municipio de 9 de Julio. Ellos no tenían damas y ahora la tienen a ella como socia vitalicia. Y la verdad – dice ella- que con los últimos logros están chochos.
Hoy luego del post operatorio nota la diferencia. “Cuando tengo que lanzar con las dos manos siento que me falta fuerza, porque con la izquierda le doy el golpe para tirar lejos, pero con la pesca no me afecta en nada, si hay pescadito seguro te lo voy a sacar.” bromea.
Ahora, en la cocina de su casa, mientras saca unas pizzetas del horno, confiesa. “El hecho mío de volver a pescar, es haber salido del cáncer, seguir haciendo mi vida normal y hacer lo que me gusta y en familia”
¿Qué es la pesca para vos Ana?
Es una adrenalina, un sentimiento que me gustó toda la vida.
¿Y por qué la pesca?
Primero lo hice para estar con mis hijos y mi marido, viste; porque ellos pescaban y yo me quedaba siempre sola. Entonces un día dije no. Si no los puedo vencer – sonríe –me les tengo que unir.